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DÍA DEL MÉDICO
"Los pacientes me enseñaron a ser mejor persona"
RIMA felicita a todos los médicos en su día y, como homenaje, publica el testimonio de Lucas Molfino, un médico que desde el 2006 trabaja en MSF con los pacientes más vulnerables de los países más necesitados del planeta.


En el día del médico, RIMA quiere homenajear a todos los médicos del mundo que -con su trabajo cotidiano- hacen de nuestro planeta un mejor lugar para vivir, publicando el testimonio de Lucas Molfino, un profesional argentino de 34 años que desde el 2006 trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF).

"¿Por qué me uní Médicos Sin Fronteras? Creo que las razones son múltiples y hay veces que encuentro buenas razones y también hay días malos en lo que me cuestiono que estoy haciendo o si esto es lo que quiero para mi vida. Pero, definitivamente, trabajar en el contexto humanitario y en esta organización específica me ayudó a tener una nueva forma de ver el mundo en que vivimos, quizás más realista, y darme cuenta de su increíble indiferencia para con el otro.

Trabajé en varios países dentro del continente africano entre el 2006 y mediados del 2009, específicamente en Uganda, Liberia, Etiopía y Zambia. También tuve la suerte de trabajar en el sudeste de Asia, más precisamente Camboya durante el 2009 y 2010. Actualmente me encuentro trabajando nuevamente en el continente africano, en Mozambique, en la coordinación médica de una serie de proyectos de HIV/SIDA y Tuberculosis.

Mi primera misión, y quizás la que más me marcó, fue trabajando en un pequeño centro de salud en uno de los campos de desplazados del norte de Uganda, país que sufre un grave conflicto armado totalmente olvidado por los grandes medios entre fuerzas gubernamentales y un grupo rebelde denominado "Lord Resistance Army" (LRA). Este conflicto generó más de un millón de desplazados internos, provocando una situación sanitaria extremadamente precaria y favoreciendo situaciones de emergencias y brotes epidémicos.

Luego de Uganda tuve la posibilidad de trabajar en Liberia, específicamente en Monrovia, la capital de un país que sufría y sufre las consecuencias de una violenta guerra civil dejando a miles de liberianos en la más extrema pobreza, siendo los niños y las mujeres los más vulnerables. En este país el proyecto de la organización estaba focalizado en la salud materno-infantil y en la atención de víctimas de la violencia sexual.

En Etiopía, nos desempeñábamos en la región del Ogadén, un desierto poblado en su mayoría por somalíes disputado por diferentes partes. La población estaba sometida a la violencia y el desplazamiento, su sustento amenazado y su acceso a la atención sanitaria severamente limitado. En el pequeño hospital de Deghabur trabajamos en un proyecto nutricional en el que llegó a haber más de dos mil pequeños en tratamiento nutricional.  Y en Asia tuve la posibilidad de trabajar en Camboya, país en el cual MSF trabaja desde antes del final de la guerra civil. Allí la organización colaboró tanto en la reconstrucción del sistema de salud apenas terminada la guerra, como en la implementación de programas para el diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis y VIH.

Las experiencias vividas en estos últimos años han cambiado mi vida en numerosos aspectos. Uno no es la misma persona después de trabajar y ver cómo se vive en un campo de refugiados, o después de trabajar en un programa de nutrición en medio de una hambruna en pleno desierto africano. A pesar de que vivimos en una sociedad que nos dice que el único parámetro de éxito es el económico o lo que dicen las consultoras económicas, este tipo de experiencias te cambian las prioridades, las necesidades y hasta la escala de valores. Uno atraviesa períodos de impotencia, de rebeldía frente a tanta mediocridad que nos rodea y se alegra mucho cuando pequeños actos demuestran que hay otra realidad posible.

Creo que lo que aprendí en estos últimos años es a ponerme en el lugar del otro, a ser más sensible frente a los problemas de los demás, pero sobre todas las cosas creo que mis pacientes me enseñaron a ser mejor persona".

RIMA agradece a la Fundación Médicos sin Fronteras por el apoyo para realizar esta nota.
Fuente:
www.msf.org.ar