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SALUD PÚBLICA
Cambio climático: ¿cuáles son las políticas para proteger la salud en el siglo XXI?
La Comisión sobre Salud y Cambio Climático de The Lancet publicó un estudio que traza los impactos del cambio climático y las respuestas políticas necesarias para garantizar la salud global.


Las consecuencias del cambio climático en la población mundial, como las olas de calor, la contaminación del aire, la inseguridad alimentaria, y los fenómenos meteorológicos amenazan con socavar el desarrollo y la salud del mundo en las próximas décadas. Sin embargo, la lucha contra este cambio climático podría ser la oportunidad más grande para la salud global del siglo XXI, según un estudio recientemente elaborado y publicado por la Comisión sobre Salud y Cambio Climático de la revista The Lancet. 

Esta investigación, realizada por 32 expertos europeos y chinos en salud global, medio ambiente y desarrollo sostenible y titulado "Health and climate change: policy responses to protect public health", destaca los impactos del cambio climático en la salud pública, el medio ambiente y la economía, y las respuestas políticas necesarias para mitigar y adaptarse a sus efectos. La mayor parte de este informe internacional de The Lancet se centra en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, y los contaminantes climáticos de vida corta, como el carbono negro y el ozono troposférico, ya que son grandes contribuyentes a la contaminación del aire. Asimismo, entre las principales recomendaciones de esta comisión internacional para acelerar esta acción política en los próximos años, se destaca invertir en el cambio climático, la investigación en salud pública, las energías renovables, y el fortalecimiento de los sistemas de salud en los países de bajos y medianos ingresos.
 
Otras de las directrices es fomentar una transición a las ciudades que apoyan y promueven estilos de vida saludables para el individuo y para el planeta. Dentro de los pasos para alcanzar este objetivo, estos investigadores incluyen el desarrollo de edificios que usen energías renovables, el transporte activo, y el mayor acceso a los espacios verdes. Estas medidas son altamente necesarias para reducir la contaminación urbana, las emisiones de gases de efecto invernadero, además de que contribuyen a disminuir las tasas de enfermedad cardiovascular, cáncer, obesidad, diabetes, enfermedad mental y las enfermedades respiratorias.