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Un ensayo controlado aleatorizado evaluó a casi 20.000 adultos mayores. 
El uso de aspirina en prevención primaria cardiovascular en ancianos produce más sangrado con escaso beneficio clínico
No se demostró beneficio clínico neto con el uso de bajas dosis de aspirina.


El uso de dosis bajas de aspirina como estrategia de prevención primaria en adultos mayores resultó en un riesgo significativamente mayor de hemorragia mayor y no se asoció a una reducción de eventos cardiovasculares, en comparación con el placebo.

Así lo sugiere el estudio “Effect of Aspirin on Cardiovascular Events and Bleeding in the Healthy Elderly” (The New England Journal of Medicine; McNeil JJ, et al.. N Engl J Med 2018. DOI: 10.1056/NEJMoa1805819)

El envejecimiento poblacional, producto de la transición demográfica, ha causado un incremento en la cantidad de personas en riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular. En virtud de ello, las medidas de prevención cardiovascular farmacológicas y no farmacológicas son muy relevantes en este grupo etáreo.  

La aspirina en dosis bajas es uno de los agentes más utilizados para la prevención de enfermedades cardiovasculares. Su eficacia se ha establecido en ensayos de prevención secundaria, en los que los beneficios asociados con la reducción de las tasas tanto de infarto de miocardio como de accidente cerebrovascular isquémico parecen superar el riesgo de hemorragia. Sin embargo, en los últimos años, su papel en prevención primaria ha sido cuestionado.

Para tratar de determinar cuál es el rol que cumple la aspirina en prevención primaria de enfermedad cardiovascular y del riesgo de hemorragia asociado en personas mayores, los investigadores diseñaron un ensayo en el que, desde 2010 hasta 2014, se enrolaron a hombres y mujeres de Australia y los Estados Unidos que tenían 70 o más años (más de 65 años si eran hispanos) y no tenían enfermedad cardiovascular, demencia o discapacidad.

Los participantes fueron asignados al azar para recibir 100 mg de aspirina con cubierta entérica o placebo. El punto final combinado primario del estudio fue la incidencia de muerte, demencia, o discapacidad física persistente. Los punto finales secundarios incluyeron hemorragia mayor y enfermedad cardiovascular (definida como enfermedad coronaria fatal, infarto de miocardio no mortal, accidente cerebrovascular fatal o no mortal u hospitalización por insuficiencia cardíaca).

De las 19.114 personas que se enrolaron en el ensayo, 9.525 fueron asignados para recibir aspirina y 9.589 para recibir placebo. Después de una mediana de 4,7 años de seguimiento, la tasa de enfermedad cardiovascular fue de 10,7 eventos cada 1000 personas-año en el grupo de aspirina y 11,3 eventos cada 1000 personas-año en el grupo placebo (razón de riesgo, 0,95; intervalo de confianza del 95% [CI], 0,83 a 1,08). La tasa de hemorragia mayor fue de 8.6 eventos por 1000 personas-año en el grupo aspirina y 6.2 eventos por 1000 personas-año en el grupo placebo (razón de riesgo, 1,38, IC 95%, 1,18 a 1,62, P <0.001).

Según los resultados de ensayos anteriores, se anticipó que los beneficios del tratamiento con aspirina podrían surgir de una reducción en la tasa de eventos cardiovasculares. Sin embargo, en este ensayo, la tasa del punto final secundario preespecificado de la enfermedad cardiovascular representó todos los eventos cardiovasculares, incluido el accidente cerebrovascular debido a una hemorragia intracraneal y el ingreso hospitalario por insuficiencia cardíaca, no fue significativamente más bajo con aspirina en dosis bajas que con placebo.

Por lo tanto, se concluyó que el uso de dosis bajas de aspirina como estrategia de prevención primaria en adultos mayores resultó en un riesgo significativamente alto de hemorragia mayor y no dio como resultado una reducción del riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular en comparación con el placebo.