Mayo Clinic Proceedings
Cuanto más adhieran los niños a las recomendaciones de estilo de vida, menores serán los riesgos de obesidad infantil
La actividad física insuficiente fue el predictor más fuerte de obesidad.
Cumplir con las recomendaciones de estilo de vida está asociado con una reducción de la obesidad y a mayor cumplimiento, menores son los riesgos de desarrollarla. Por eso, evaluar los comportamientos de estilo de vida en la atención primaria debería ser una de las iniciativas multinivel para prevenir la obesidad infantil.
Así lo sugiere el estudio
“Adherence With Multiple National Healthy Lifestyle Recommendations in a Large Pediatric Center Electronic Health Record and Reduced Risk of Obesity” (Mayo Clinic Proceedings; 93 (9) Págs: 1247 – 1255; 2018).
Las enfermedades crónicas prevenibles son responsables de la mayoría de las muertes estadounidenses, muchas de las cuales están influidas por un estilo de vida que contribuye a la obesidad. A menudo, estas prácticas poco saludables se desarrollan en la infancia, lo que lleva al sobrepeso y a las complicaciones asociadas que continúan hasta la edad adulta.
En función de que el aumento de peso es multifactorial, los esfuerzos de prevención también deben ser diversos, lo que incluye expandir el rol de la atención médica al brindar educación sobre el estilo de vida, utilizar las capacidades de los registros electrónicos de salud e incorporar otras estrategias.
Ante esta realidad, los investigadores se propusieron analizar la utilidad de una evaluación de rutina de los comportamientos de estilo de vida incorporados en el registro electrónico de salud (RES) para cuantificar las prácticas de estilo de vida y el riesgo de obesidad en un centro de atención primaria pediátrica.
La evaluación del estilo de vida se incorporó al RES del sistema de salud con cinco preguntas que evalúan el nivel de actividad física, la cantidad de tiempo sedentario, el consumo de lácteos, el consumo de agua y el consumo de frutas y verduras.
Los participantes incluyeron a 24.255 pacientes de 2 a 18 años cuyos padres o cuidadores completaron una evaluación de estilo de vida autoinformada durante un examen del niño sano (desde el 1 de enero de 2013 hasta el 30 de junio de 2016). Se realizaron análisis transversales de edad, etnia, índice de masa corporal y respuestas de evaluación del estilo de vida.
Las mediciones incluyeron la prevalencia de pacientes que cumplieron con las recomendaciones de consenso para la actividad física; tiempo de pantalla; y el consumo de lácteos, agua y fruta / vegetales y las probabilidades de obesidad basadas en comportamientos de estilo de vida reportados.
La prevalencia de las recomendaciones de comportamiento de estilo de vida fue más alta para la actividad física (84%), seguido del tiempo de pantalla (61%), y el consumo de agua (51%), de productos lácteos (27%) y de frutas / verduras (10%).
La actividad física insuficiente fue el predictor más fuerte de obesidad (odds ratio [OR], 1,65; IC del 95%, 1,51-1,79), seguido de un exceso de tiempo en pantalla (OR, 1,36, IC del 95%, 1,27-1,45). Las disparidades existieron a través de las edades, etnias y sexos para múltiples hábitos de estilo de vida. Los jóvenes que cumplieron con 0 o 1 recomendaciones de estilo de vida tenían entre 1.45 y 1.71 veces más probabilidades de desarrollar obesidad que aquellos que cumplían con las 5 recomendaciones.
Los comportamientos saludables varían en frecuencia, al igual que su asociación con la obesidad y esta variación se explica parcialmente por edad, sexo y etnia. El cumplimiento de las recomendaciones nacionales para comportamientos específicos está asociado con la obesidad de una manera dependiente de la dosis. Estos hallazgos respaldan la evaluación de los comportamientos de estilo de vida en la atención primaria como un componente de las iniciativas multinivel para prevenir la obesidad infantil.