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Estudio de una cohorte poblacional.
Las reacciones frente a experiencias traumáticas de la vida se asocian a mayor incidencia de eventos cardiovasculares.
El riesgo es mayor en el primer año luego del diagnóstico.


Todas las personas estamos expuestas, en algún momento de la vida, a experiencias traumáticas psicológicas o eventos estresantes como la muerte de un ser querido, diagnósticos de enfermedades graves, violencia o desastres naturales. Estas crisis vitales se asocian a un mayor riesgo de padecer una enfermedad grave (algunas enfermedades autoinmunes, eventos cardiovasculares, lesiones) y, en algunos casos a un mayor riesgo de mortalidad.

Los trastornos relacionados al estrés incluyen condiciones psiquiátricas diversas caracterizadas por la presencia de un evento estresante previo. Según el tipo de estresor, los síntomas y la duración de ellos se han definido grandes categorías como la reacción de estrés aguda y el trastorno de estrés post-traumático (PTSD por sus siglas en inglés), entre otros. Estudios de cohorte prospectivos revelan una incidencia elevada de eventos cardiovasculares en sujetos expuestos a experiencias estresantes. Sin embargo, la muestra poblacional de esos estudios es limitada y no han permitido determinar la asociación de entidades específicas (como el PTSD) con ciertos eventos cardiovasculares.

Para abordar este tema, un grupo de investigadores de Suecia e Islandia publicaron en la revista BMJ el estudio “Stress related disorders and risk of cardiovascular disease: population based, sibling controlled cohort study” (BMJ 2019;365:l1255).

Los autores diseñaron un estudio de cohorte en base al Registro Nacional de Pacientes de Suecia, que tiene información clínica sobre los todos los pacientes desde 1987. Se identificaron inicialmente 156537 individuos con diagnóstico de trastornos relacionados y se excluyeron aquellos con diagnóstico de enfermedad cardiovascular, conformando una cohorte de 136637 casos. Se utilizaron dos poblaciones de controles. La primera se seleccionó sobre una muestra aleatoria poblacional se identificaron 1366370 controles no expuestos a este diagnóstico y sin enfermedad cardiovascular. La segunda fue por la selección de 171 314 hermanos (compartiendo ambos progenitores) de los casos y que no tuvieran diagnóstico de trastornos por estrés ni enfermedad cardiovascular para dar cuenta de factores genéticos que pudieran ser variables confusoras.

El objetivo del estudio fue identificar casos incidentes de enfermedad cardiovascular (y subtipos específicos: isquemia miocárdica o cerebrovascular, embolia, insuficiencia cardíaca, arritmias).

La media de edad de los casos fue 36 años al momento del diagnóstico y eran predominantemente mujeres y con antecedentes de enfermedad psiquiátrica.  

Durante un seguimiento de 27 años, la incidencia “cruda” de enfermedad cardiovascular fue 10.5 /1000 personas-año para los pacientes con trastornos relacionados al estrés, 8.4/1000 personas-año para los controles hermanos de los casos y 6.9/1000 personas-año para los controles de la población general.

Comparados con los controles hermanos, los pacientes con trastornos relacionados al estrés tiene un hazard ratio de 1.64 (intervalo de confianza del 95% de 1.45 a 1.84) de sufrir cualquier tipo de enfermedad cardiovascular. El pico de incidencia de eventos cardiovasculares se registró dentro del primer año del diagnóstico de trastornos relacionados al estrés. Comparados los casos contra los controles hermanos los resultados fueron: incidencia “cruda” de 8.1 y 4.9/1000 personas-año respectivamente y una incidencia estandarizada por edad de 8.7 y 4.5/1000 personas-año, respectivamente. Entre las diversas formas de enfermedad cardiovascular, el mayor riesgo se presentó con la insuficiencia cardíaca, con un hazard ratio de 6.95 (intervalo de confianza del 95% de 1.88 a 25.68 en el primer año de diagnóstico del trastorno relacionado al estrés. Las asociaciones reportadas fueron independientes del sexo, antecedentes de enfermedad psiquiátrica o de antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular pero la fuerza de asociación fue mayor cuanto más joven se presentaba el trastorno relacionado al estrés.

En conclusión, este estudio tiene como rasgo distintivo aportar información de un gran número de pacientes y controlar por variables confusoras genéticas o relacionadas por los primeros años de vida, al incluir controles hermanos de los casos. Si bien este estudio no profundiza sobre los mecanismos, el hecho que el pico de incidencia se observe en el primer año del diagnóstico de trastorno relacionado al estrés indica una influencia de los factores estresores sobre la fisiología vascular como la presión arterial y la disfunción endotelial. Uno de los principales desafíos que surgen de este estudio es el abordaje del riesgo cardiovascular en el período inmediato posterior al diagnóstico de un trastorno relacionado al estrés, incluso en individuos relativamente jóvenes.