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INTERNATIONAL AGENCY FOR RESEARCH ON CANCER / OMS
Los refrescos, incluidos los ‘light’, pueden incrementar el riesgo de muerte prematura
Beber dos o más vasos al día de estos refrescos se podría relacionar con un aumento de la mortalidad


Consumir refrescos de forma habitual no solo favorece la aparición de enfermedades como la diabetes o la obesidad, sino que también podría aumentar el riesgo de muerte prematura. Son los resultados de un estudio que asocia el consumo de refrescos endulzados con azúcar o artificialmente y la mortalidad en 10 países europeos.

Esta investigación, coordinada por investigadores de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) incluyó datos de más de 450.000 personas durante un período de seguimiento promedio de más de 16 años. La información sobre el consumo de refrescos se obtuvo a través de cuestionarios sobre sus hábitos alimenticios al inicio del estudio, entre 1992 y 2000. Este trabajo incluyó participantes de Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Italia, los Países Bajos, Noruega, España, Suecia y el Reino Unido que forman parte del Estudio Europeo sobre Cáncer y Nutrición (EPIC) “Association between soft drink consumption and mortality in 10 european countries.” (JAMA Internal Medicine. 2019;179:1479-1490.).

En comparación con los participantes que bebieron menos de un vaso al mes de refrescos con azúcar o endulzados artificialmente, los que bebieron dos o más vasos de estas bebidas al día tenían un mayor riesgo de mortalidad por cualquier causa.

Además, los autores apuntan un mayor riesgo de muerte por enfermedades circulatorias asociadas a consumir dos o más vasos al día de bebidas refrescantes y un mayor riesgo de muerte por enfermedades digestivas asociadas a beber uno o más de un vaso al día. Por otra parte, no se observó ninguna relación entre el consumo de bebidas refrescantes y la mortalidad por cáncer.

Por otro lado, los investigadores detallan que no existe una relación causa-efecto. Es decir, beber refrescos no significa que vayas a morir prematuramente, pero tus posibilidades se incrementan. Los médicos, apoyados en esta idea, creen que es fundamental reforzar las medidas para reducir y controlar el consumo de estos productos. “Los resultados de este estudio sustentan las campañas de Salud Pública en marcha que apuntan a reducir el consumo de gaseosas”.

Riesgo de muerte prematura

Los datos sobre la mortalidad por causas específicas –cáncer, enfermedad cardiovascular, diges-tiva o neurodegenerativa-, en estudios previos sobre el consumo de refrescos y la mortalidad por enfermedades cardiovasculares han encontrado asociaciones positivas. Sin embargo, es incierto si estas asociaciones diferían según el tipo de enfermedades circulatorias (p. ej., cardiopatía is-quémica y enfermedades cerebrovasculares). De manera similar, hasta la fecha se dispone de pocos datos sobre la mortalidad por otras afecciones crónicas importantes, como cánceres, en-fermedades digestivas y enfermedades neurodegenerativas.

Se sabe que el consumo habitual de refrescos azucarados aumenta la ingesta de energía, lo que puede conducir al incremento de peso y la obesidad. En 2010, se estimó que la carga mundial de enfermedades cardiovasculares, cánceres y diabetes tipo 2 asociada a la obesidad relacionada con el consumo de azúcar procedentes de refrescos azucarados fue de 184.000 muertes.

Los investigadores escriben en su artículo que sus resultados son importantes debido a que los refrescos se consumen con mucha frecuencia, especialmente entre los más jóvenes, pero se desconoce si este consumo está asociado con un mayor riesgo de mortalidad y hasta la fecha la mayoría de los trabajos no se han realizado entre poblaciones europeas.

Así, los resultados del actual estudio muestran que el 9,3 de los encuestados (la muestra contaba con más de 450.000 personas de los diferentes países europeos) que bebían menos de un vaso de refresco al mes murieron durante la investigación. El número de defunciones aumenta hasta el 11,5% en el caso de aquellos que consumían dos o más vasos de estas bebidas al día. Eso sí, debemos tener en cuenta, que la investigación descartó incluir a las personas con patologías como cáncer, cardiopatía o diabetes.

En una segunda fase de la investigación se incluyeron como factores a tener en cuenta el índice de masa corporal, la dieta, la actividad física, el tabaquismo y la educación. Todo esto aumentaba el riesgo de muerte prematura en un 17% a aquellas personas que consumían dos o más vasos de bebidas endulzadas artificialmente.

Mientras que el consumo frecuente de refrescos con azúcares se asocia con un mayor riesgo de muerte por enfermedades circulatorias y Párkinson, los refrescos 'light' se relacionan con muertes por enfermedades digestivas. Por otra parte, no se observó ninguna relación entre el consumo de bebidas refrescantes y la mortalidad por cáncer.

El estudio más grande

Se trata del estudio más grande realizado hasta la fecha para investigar la asociación entre el consumo de refrescos y la mortalidad. Los autores del estudio sugieren que los hallazgos respaldan las iniciativas de salud pública para limitar el consumo de refrescos.

Además, los investigadores aseguran, que el estudio tiene limitaciones, por lo que se necesita seguir trabajando y realizar más estudios para investigar los posibles efectos adversos para la salud de los edulcorantes artificiales. “Dado el diseño observacional del estudio, no es posible establecer la causalidad entre el consumo de refrescos y la mortalidad, y reconocemos que las asociaciones observadas pueden estar sesgadas debido a la confusión residual. No obstante, el gran número de participantes y de muertes registradas permite realizar análisis de otros factores de riesgo y, en general, se observan asociaciones similares. Además, el análisis de control negativo no encontró ninguna asociación entre el consumo de refrescos y las muertes por causas externas”, concluyen.

REFERENCIAS
Mullee A, Romaguera D, Pearson-Stuttard J et al. Association between soft drink consumption and mortality in 10 european countries. JAMA Internal Medicine. 2019;179:1479-1490.