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La tasa de lesiones en el fútbol juvenil e infantil varía considerablemente entre 2.0 y 19.47 por cada 1000 horas de práctica diaria.

El fútbol es el deporte juvenil más popular en todo el mundo y uno de los deportes de equipo más populares de Estados Unidos, con un aumento del 90% en el número de programas de fútbol juvenil registrados entre 1990 y 2014. Los deportes aportan numerosos beneficios, aunque las lesiones son una amenaza para la salud y rendimiento del deportista, y estudios recientes indican un posible aumento en la tasa de lesiones en el fútbol juvenil. Las lesiones relacionadas con el deporte suponen una carga económica importante y creciente en el sistema de salud, y su prevención en niños supone beneficios de salud y económicos para el paciente, la familia y todo el sistema sanitario.

La reducción del riesgo de lesiones entre los participantes infantiles y juveniles tiene el potencial de disminuir la tasa de abandono, lo que promueve la práctica del deporte de por vida y favorece las mejoras en la salud pública asociadas con el ejercicio habitual. La American Academy of Pediatrics ha publicado Soccer injuries in children and adolescents  Pediatrics 2019; vol. 144, 5: pp.2019-2759 un informe actualizado sobre el riesgo de lesiones en la participación en el deporte juvenil, las estrategias para prevenirlas, los cambios legislativos para reducir el riesgo de lesiones en el fútbol, y con conceptos importantes con los que los pediatras pueden guiar a familias y organismos reguladores del deporte para reducir el riesgo y promover la participación.

La tasa de lesiones en el fútbol juvenil varía entre 2.0 y 19.4 cada 1000 horas de práctica, con una mayor incidencia durante los partidos que durante los entrenamientos, tanto en adolescentes como en niños de 7 a 12 años. Además, la incidencia de lesiones aumenta con la edad, con 1.0-1.6 lesiones cada 1000 horas en menores de 12 años frente a 2.6-15.3 lesiones cada 1000 horas en adolescentes. A pesar de los esfuerzos para reducir el riesgo de lesiones en los deportes juveniles, las tasas registradas en los participantes de fútbol juvenil son mayores que en otros deportes tanto de equipo como individuales y aumentaron un 111% entre 1990 y 2014.

Tipos de lesiones
La mayor parte de las lesiones entre los jugadores juveniles de fútbol tienen lugar en las extremidades inferiores, en particular en los tobillos y las rodillas, y suelen ser esguinces, torceduras o lesiones musculares. La rotura del ligamento cruzado anterior sigue siendo una lesión importante, causada por cambios rápidos de dirección o aceleración. Las jugadoras de fútbol parece que tienen un mayor riesgo de presentar esta lesión que los deportistas masculinos, posiblemente debido a la anatomía de la extremidad inferior, influencias hormonales o patrones de activación neuromuscular.
La incidencia de conmociones cerebrales parece que está aumentando entre los futbolistas jóvenes y es más común entre las chicas que los chicos. La incidencia de conmociones es mayor durante los partidos y según los departamentos de urgencias entre 1990 y 2014 aumentó un 1600%. La mayoría de las conmociones son debidas al contacto entre jugadores y se producen como resultado de la aceleración del cerebro después del contacto.
Su incidencia se ve afectada por la masa y velocidad del jugador, pero también por la masa, tamaño, velocidad y presión de inflado del balón.
Otras lesiones menos comunes incluyen las lesiones oculares, lesiones faciales como las laceraciones, la deshidratación, enfermedades por calor u otros peligros ambientales.

Factores de riesgo y prevención
Los estudios recientes han identificado algunos factores de riesgo modificables asociados con las lesiones del fútbol juvenil, entre los que se incluyen varios desequilibrios neuromusculares como la dominancia del cuádriceps, dominancia de una pierna, inestabilidad dinámica y patrones de activación neuromuscular. Se ha visto que algunas lesiones debidas a sobrecargas se pueden beneficiar de una mayor fortaleza en los cuádriceps, los tendones y los flexores de la cadera, mientras que la fatiga o un bajo estado de forma pueden empeorar los factores de riesgo. También pueden aumentar el riesgo de lesión las lesiones previas.
Como medida de prevención de lesiones se incluye la evaluación preparticipativa del deportista antes de iniciar la temporada, para identificar posibles problemas médicos que puedan llevar a una lesión e incluso puedan ser potencialmente mortales. Un examen físico completo debe incluir la valoración del sistema cardiovascular, ocular y musculoesquelético, con especial atención a las articulaciones de las extremidades inferiores. Una correcta hidratación, modificar la actividad ante el calor y la humedad, o el uso de equipamiento de protección también son estrategias para reducir las lesiones.
El entrenamiento neuromuscular y biomecánico puede ayudar a prevenir algunas lesiones. Un correcto calentamiento, enseñar técnicas adecuadas de caída y desaceleración y el refuerzo muscular permite reducir la incidencia de roturas del ligamento cruzado anterior. El seguimiento individualizado de los deportistas permite diseñar y adaptar los entrenamientos para maximizar el rendimiento y reducir las lesiones, aunque hay pocos datos de su eficacia.
Para reducir las conmociones y su gravedad se debe restringir la participación al deporte después de una lesión en la cabeza, desarrollar protocolos de actuación ante una conmoción, educar a padres, deportistas y entrenadores o incluso prohibir los cabezazos en algunas franjas de edades. Reforzar las normas, penalizar el juego sucio y defender el juego limpio y la deportividad son medidas que deben permitir reducir el riesgo de lesiones y deben ser promovidas por padres, espectadores, entrenadores y árbitros.